Libérate de la carga
de los juicios.
Sin juicios que
emitas y sin permitir
que los juicios de
otros te afecten,
comenzaras a disfrutar
una sanadora
ligereza.
Al juzgar imponemos
tu concepto personal
del bien y del mal,
a situaciones que
simplemente son.
Todo, absolutamente todo,
se puede entender y
perdonar, pero cuando
juzgas, te apartas de
la comprensión y anulas
el proceso de aprender a amar.
Cuando juzgas a otros,
solo reflejas tu falta
de aceptación.
Recuerda que cada persona
a la que perdones, aumenta tu amor
hacia ti mismo, hacia los
demás y hacia todo lo que
te rodea.
Perdonar en realidad es
aceptar al otro y a las
circunstancias tal
como son, sin expectativa
alguna, sin juzgarlas y sin
intentar cambiarlas.
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